Si hay algo en tu vida en este momento que no te gusta o te duele, existe una forma de cambiarlo. Te invito a hacer un viaje sin distancias. Un viaje a tu interior. Para ello requerimos volver a nuestra infancia, a nuestros inicios en la niñez, a esas primeras etapas de la vida, en las que podemos aplicar un cambio de percepción y de trascendencia profunda.
Cambiar la percepción que tenemos de esa historia, no se trata de cambiar absolutamente nada, sino empezar a percibir las cosas de otra manera, que en el fondo es cambiarla para nosotros, para nuestra experiencia. Si nosotros cambiamos la percepción de lo que sucede, nuestra reacción emocional, evidentemente va a ser distinta.
Neesa Carey, bióloga británica, habla sobre cómo la epigenética, influye en nuestro desarrollo, en nuestras enfermedades, y en la forma en que heredamos nuestras características individuales. Explica que, durante la fase de gestación y los primeros años de vida, se establece la mitad de nuestra personalidad y el cómo esta, se ve afectada por los factores ambientales: alimentación, ejercicio, medicamentos, a los que hemos estado expuestos durante esas fases. Es por ello que las situaciones traumáticas que hemos vivido durante la niñez, nos pueden estar condicionando al día de hoy de múltiples maneras.
¿Por qué se producen los traumas sobre todo en las primeras fases de nuestra vida?
- Porque al ser niños nos adaptamos a un sistema. No tenemos de otra.
- Porque a esa edad no nos podemos proteger.
- Porque no tenemos ni el conocimiento ni la experiencia para resolver eventos dolorosos.
- Porque contrario a eso, aprendimos a desnaturalizarlos, desvirtuarlos, a negarlos, evadirlos o resistirlos.
A través de mis procesos de sanación, aprendí que cuando una experiencia no se vive de forma natural, esto quiere decir, que no se la contamos a alguien a quien le tengamos confianza, la experiencia dolorosa se enquista y eso nos condiciona o nos limita al sufrimiento.
Cuando somos mayores, las experiencias dolorosas podemos irlas filtrando, pero cuando somos pequeños no tenemos mayor elección. Y como no tenemos filtros cognitivos somos como esponjas, cualquier cosa que nos dicen lo absorbemos y lo tomamos como cierta.
Entonces como estamos desprotegidos mentalmente, porque no tenemos esos recursos, la vida pega muy fuerte y nos vemos presionados a ocupar el espacio que nos asignaron papá y mamá, y nos movemos por impulso y ahí es donde se producen las experiencias más traumáticas, y precisamente ahí donde se oculta nuestro tesoro, nuestro don.
Por ello tenemos que volver ahí, a conectar con lo que más nos ha dolido. Hay que conectar con eso. Hay que airear la herida. Una herida si no se destapa, no se sana. Se infecta. Sucede lo mismo con las emociones, mientras más las tapamos, más fuerza ganan, y más descontrol tenemos en nuestra vida. Cuanto más nos atrevemos a hacer frente a nuestros problemas, entonces podemos hacer algo para gestionarlos.
Todos sin excepción, hemos tenido nuestra historia, unos más dulce, otros más amarga, pero historia al fin. Podemos haber sufrido abandono, rechazo, humillación, traición o injusticia, pero a lo que este viaje sin distancia nos invita, es a que podamos hacer un recorrido a través de nuestra historia sin juzgarla. Nos invita a que nos demos permiso de volver a ver las cosas de otra manera, entender que no hay culpables, entender que mamá y papá tuvieron parte de la responsabilidad y que cada uno de ellos tuvo sus condicionantes, y al final lo único que podemos aplicar es compasión. Porque en la medida en que guardamos resentimiento, en esa misma medida también los atamos a ellos, a nuestra vida. Es una forma de seguir señalándolos, para de alguna manera, excusarnos de la vida que todavía no nos atrevemos a vivir.
En mi caso, yo traía como cualidad potencial, el ser una buena comunicadora, y para que yo pudiera desarrollar esa potencialidad, necesite vivir la experiencia del abuso durante mi infancia, que me hiciera querer desarrollar la comunicación y la expresión. Tuvo que producirse dentro de mí, un vacío para que pudiera tener la necesidad de trabajarlo. Los expertos dicen que en los traumas está lo que podemos ofrecer al mundo. Y por eso aquello que veía inicialmente como una desventaja, tuve que empezar a verlo como una fortaleza y agradecer las experiencias que tuve.
Regresar a Casa, consistió en:
- Encontrar un medio para hacerlo. En mi caso, el proceso empezó a través del programa Carolina la mujer de hoy en la radio.
- Encontrar un lenguaje o vocabulario, que me permitiera expresarme de una forma clara y sencilla al compartir los mensajes de sanación física, emocional y espiritual, adecuado a la capacidad de percepción de quienes nos escuchaban en la radio y ahora nos siguen en los nuevos medios. Este pude encontrarlo a través de los descubrimientos internos que fui haciendo al llevar luz a las cosas que tenía en sombra.
¿De qué me han servido mis heridas?
Desde la sombra y el miedo, me sirvieron para victimizarme, para justificarme, para controlar y manipular, para ponerme una coraza, con la que intenté protegerme de no volver a revivir el dolor. Desde la luz, encontré el tesoro oculto, el despertar de mi consciencia, la reconexión con el amor.
¿Cómo me han potenciado mis heridas?
Aprendí a protegerme. A valerme por mí misma para poder sostenerme y funcionar en el día a día. A ser libre. A ser independiente. A aprender o estudiar lo que me llama la atención. A ser ordenada. A ser productiva. A buscar una mejora constante. A enfrentarme a situaciones difíciles. Aprendí a poner límites. A aceptar mis errores.
¿Qué pude empezar a cambiar?
- Aceptar la herida como parte mía.
- Aceptar el hecho de que lo que reprochaba a mis papás me lo hacía a mí misma.
- Mi deseo de seguir peleando por sentirme víctima lo cambie por ser protagonista de mi vida.
- Abandonar la idea de sentirme desprotegida y sola.
- Mi confianza en los hombres.
- Atreverme a dejar todo atrás.
- Abrir mi corazón y darme el permiso a experimentar cosas que nunca antes había hecho.
En mi libro De regreso a Casa, narro el proceso y el camino que viví de regreso a la Luz, el Amor y la Paz. Además, los maestros con los cuales me encontré en el camino me recordaron que nunca he estado separada de Dios.
Tribu de almas conscientes, si desean adquirir el libro, esta a la venta en nuestra página Web: www.carolinalamujerdehoy.com.gt
La vida es una aventura, respira y disfruta del viaje.
Carolina Alcázar