Más allá de cómo desees plantearte la pregunta, en plural o en singular, la respuesta que hasta el día de hoy más sentido me ha hecho, es la que escuché de Alex Rovira: “No soy mi nombre, eso es solo una etiqueta. No soy el cuerpo. El cuerpo es la manifestación de mi alma. No soy mi profesión, eso es algo a lo que me dedico. No soy mis posesiones, eso es algo que he adquirido a través del tiempo con el esfuerzo de mí trabajo, o me han regalado quienes me quieren o procuran lo mejor para mí. Soy mucho más de lo que estoy viviendo en el cuerpo. Soy el lugar desde el cual nace la pregunta ¿quién soy?
Ante tal declaración, inmediatamente surgió en mí una nueva pregunta ¿Qué le da sentido a mí existencia? Guardé silencio por un momento y en la quietud de mí mente pude claramente observar la respuesta: servir. Servir es algo que hago de muchas maneras, pero la que más impacto ha tenido en mí es conducir el programa de radio y ahora el podcast Carolina la mujer de hoy. Ha sido mi Universidad de Vida.
¿Cuál es tu aporte para que la sociedad mejore?
En una de las entrevistas que me han hecho, mi interlocutor me planteo de forma directa: Carolina ¿cuál es tu aporte para que la sociedad mejore? Se iluminaron mis ojos y mi corazón se expandió al darle mí respuesta:
- Aprender. Mientras este viva quiero seguir aprendiendo a vivir. Quiero seguir aprendiendo a estar cada vez más cómoda en mi cuerpo y resignificando mi historia. Durante muchos años me dedique a sobrevivir. Hoy estoy y me siento viva.
- Sanar, física y emocionalmente. Mi sanación emocional ha sido todo un proceso en el que poco a poco he ido reconociendo, permitiendo, aceptando, integrando y procesando las experiencias y emociones dolorosas que experimente en mí infancia. Ha implicado: valentía, empatía, autorregulación, autocompasión, autoaceptación, atención plena e integración. Puede parecerte mucho trabajo, pero vale la pena. Es mucho más largo y doloroso el tiempo que pase sin hacerme cargo de mis creencias limitantes, de mis pensamientos, reacciones y emociones atrapadas. Conforme voy sanando, crece en mí la comprensión y el entendimiento de que cada ser humano tiene su propia historia y de que no tenemos ni la menor idea de cómo la ha experimentado y qué huellas dejo en él o ella.
- Amar. Cuanto más me amo, menos miedo siento a ser juzgada, rechazada o atacada. Más me acepto tal y como soy. Puedo hablar con más naturalidad y menos dolor sobre mis procesos. Lo hago porque quiero que veas que, si yo pude, tú también puedes hacerlo. Al amarme, soy responsable de lo que digo, pero no de lo que otros interpreten de mis palabras. En varios podcasts, he compartido cosas muy personales de las que me fui haciendo consciente que tenía en sombra. He hablado sobre mis miedos: a no ser amada por creer que el amor venía de afuera y era algo que tenía que esforzarme para poder merecer, a no sentirme suficiente o completa, a no ser aceptada por pensar diferente.
- Compartir. Es dar algo de mí a los demás. He encontrado que mi mayor riqueza radica en el autoconocimiento y el amor propio. Y mientras más lo descubro en mí, más crece el deseo de poder llevar toda esa información o conocimiento a otros que al igual que yo se hayan dispuesto a asumir y transformar su vida. La mejor palabra que me definiría hoy en día sería: agente del cambio.
No me creas nada de lo que acá escribo, mi invitación hoy es a que cuestiones todo, investigues, leas, te informes, abras tú mente para que vivas a la altura de tus capacidades y no de tus creencias.
Carl Jung dijo: pensar es difícil, por eso la gente juzga.
Carolina Alcázar