Nuestras creencias nos hacen maestros de la limitación. Y cuando hablamos de las creencias limitantes heredadas, los expertos han observado que nos llevan a vivir muy por debajo de nuestras posibilidades. Nos explican que lo que nos sucedió en un momento determinado, (una experiencia o comentario poco afortunado que alguien nos hizo), puede llevarnos a creer y sentir que no estamos capacitados para lograr algo en concreto. Pero eso no es cierto. Ningún error, fracaso, pérdida, o el no saber o tener el conocimiento requerido entonces, no es algo que determina quién somos. Forma parte de nuestra historia, pero no nos determina.
¿Cuánta experiencia tenías en eso que realizabas cuando fuiste severamente juzgado? ¿Los adultos a tu alrededor se daban permiso a sí mismos a equivocarse o a no saber? Si tu respuesta es no, es por eso que tampoco te daban permiso a ti. Al no darte permiso la exigencia interna y externa en ti y en ellos aumentaba. La intolerancia al error se disparaba y la sensación de ser tonto o inútil también crecía.
Cambiar tus creencias puede cambiar tu experiencia vital de un modo determinante.
Existen tres tipos de creencias limitantes: de capacidad, de posibilidad o de merecimiento.
Las creencias limitantes de capacidad, son opiniones que nos hacen creer que, aunque algo sea posible, no es posible para nosotros. Es decir: tal vez otros puedan conseguirlo, pero nosotros no podemos.
Las creencias limitantes de posibilidad, son las que están relacionadas con aquello que es posible que consiga la gente, pero que uno mismo se escuda en la imposibilidad de lograrlo.
Las creencias limitantes de merecimiento, son las que están relacionadas con la idea de no tener derecho a tener y/o merecer.
Existen también las creencias potenciadoras, aquellas que pueden llevarte a alcanzar los retos más imposibles, pero de eso conversaremos en otra oportunidad.
Y tú ¿vives a la altura de tus capacidades o de tus creencias?
Carolina Alcázar