¿Qué es la paternidad y la maternidad?
Ser padres de familia responsables implica un involucramiento activo de parte nuestra no sólo en la provisión de recursos económicos sino también en la crianza y la vida cotidiana de nuestros hijos/as. En cuanto a la crianza, nos dice Andrea Lara, en su libro: “Paternar con seguridad” que importa más cómo hacemos las cosas que lo que hacemos en sí. De hecho dice, que el intentar que nuestros hijos sean su mejor versión no nos haga olvidar que ya son geniales tal y como son. Por ello nos invita a que celebremos al hijo o hija que ya tenemos y la madre o padre que ya somos. Al final, ¿Qué es lo que necesitan nuestros hijos de nosotros? Sentirse seguros, amados y conectados a los adultos a su alrededor, esto les permitirá aprender a cooperar, a ser flexibles, y lo más importante, a estar conectados con sus necesidades y las de los demás. Andrea dice: “No hay niños malos, hay niños con necesidades insatisfechas (físicas, emocionales y límites no establecidos).
¿Existen diferencias entre maternidad y paternidad responsable?
Tradicionalmente ha existido la idea de que la maternidad responsable pasa por ocuparse de la crianza de los hijos, mientras que la paternidad se enfoca en conseguir recursos económicos para el hogar. Hoy en día afortunadamente las cosas en ese aspecto han cambiado, se ven cada día más hombres y mujeres genuinamente interesados en participar activamente en cómo llenar el corazón de sus hijos: escuchándolos, prestándoles atención, dándoles espacio para elegir y para expresarse y por supuesto poniéndoles límites. Están cada vez más conscientes que el amor de los padres es la base de todos los amores.
¿Cómo enfrentar la tarea de ser padres?
Algunos aspectos a tener en cuenta a la hora de educar a nuestros hijos:
- Es nuestro deber y responsabilidad vital, cuidar y atender las necesidades biológicas de nuestros niños.
- Tener presente siempre que nuestros hijos no son adultos pequeños o humanos en formación. Son humanos completos en etapa de rápido crecimiento, maduración y desarrollo, por lo tanto, necesitan que les tratemos con respeto, como trataríamos a otro adulto.
- Los padres de familia tenemos la responsabilidad de enseñarle a nuestros hijos cómo se hace algo, por ello es importante autoevaluarnos y buscar siempre mejores maneras de lidiar con nuestras emociones. Todo aquello que nos moleste de nuestros hijos, representa lo que esta sin sanar en nuestro mundo interior y desde ese desconocimiento se lo trasmitiremos en forma de rechazo, exigencia o imposición.
- Enseñarles a nuestros hijos a que sean capaces de escuchar su voz interna sana, para que puedan actuar de acuerdo con esa voz. No les robemos la habilidad innata con la nacen de estar conectados y escuchar su cuerpo. El cuerpo siempre nos habla. Si durante su niñez les enseñamos que lo que sentimos no es real, cuando sean adultos solo será real lo que los demás dicen que deben sentir.
- Nuestros hijos necesitan espacio de contención, seguridad y pertenecer, ser nosotros su muelle, ese lugar al que puedan volver cuando sienten miedo, duda, inseguridad, y darles espacio para volar y que puedan poner en práctica su creatividad y alegría. ser nosotros la balsa en la que realizan su propia travesía, donde encuentran el espacio para buscar su propia identidad. Muchas veces interpretaremos que nos decepcionaran porque no cumplen nuestras expectativas, pero ellos no vinieron a eso, vinieron a descubrir quienes son y a ser fieles a ellos mismos.
- Nuestros hijos necesitan vernos cometer errores y ver cómo lidiamos con esos momentos que nos abruman. Eso nos hace humanos ante sus ojos.
- Es necesario pedirles perdón cuando nos equivocamos. No vuelvas a hablarles como si nada hubiera ocurrido. Las heridas no desaparecen con el tiempo.
- Si nuestros hijos viven en constante estado de alerta, tratando de leer nuestras emociones y el cómo vamos a reaccionar, se vuelven hiper vigilantes y desarrollan el apego inseguro y ambivalente. Es imposible construir una relación con ellos desde el miedo.
Aspectos o acciones a evitar en la crianza de nuestros hijos:
- No te burles de cómo hablan, ni te rías de ellos, no hables mal de ellos ni a sus espaldas ni frente a ellos.
- Tómate en serio lo que dicen, lo que les preocupa, lo que les interesa, aunque a ti pueda parecerte pequeño o insignificante, para ellos no lo es.
- No saquemos conclusiones cuando estemos alterados.
- No pretendas resolver inmediatamente las diferencias que tengas con tus hijos, date y dales tiempo para reflexionar sobre sus acciones. Conversa con ellos sobre sus inquietudes, dudas, miedos, sus gustos y preferencias. No impongas, ni asumas, mejor pregunta.
- Mientras más los castigamos, amenazamos, avergonzamos y gritamos, más reactivo se ira haciendo el cerebro de nuestros hijos. Recuerda, nuestros hijos no ven el mundo como es sino como nosotros se lo presentamos. La invitación es a que aprendamos de cada conflicto y nos preguntemos ¿Qué nos enseña esta situación? ¿Cómo podemos cambiarla?
Ya por último y no por ello menos importante, hazte las siguientes preguntas: ¿Tienen mis hijos sus necesidades emocionales satisfechas? ¿Dónde termina lo que yo quiero para mi hijo y donde empieza lo que el o ella quieren para sí mismos? ¿Estoy construyendo la independencia de mis hijos desde las bases del apego seguro?
Como dijo Frederick Douglas: “Es más fácil criar niños sanos que reparar hombres rotos”.
Carolina Alcázar