Me siento sumamente afortunada al darme cuenta, cómo la Vida constantemente nos hace llegar o nos pone frente a avisos que nos invitan a reflexionar cuán congruentes estamos siendo o no, en lo que decimos y hacemos.
Me gustó tanto la reflexión: No me interesa tu doctorado, que no pude contener el deseo de compartirla contigo. Desconozco el nombre del autor o autora, pero, le agradezco profundamente los recordatorios que nos hace en la misma.
No me hables de tus maestrías, ni de tus prácticas religiosas o espirituales, ni de tus cursos holísticos o talleres de luz a los que has asistido. No me importa cuántos niveles de Reiki tienes, si eres terapeuta, sanadora espiritual, coach, o si haces yoga, si meditas, si practicas el silencio, rezas o te sabes de memoria pasajes de la Biblia, el Corán, la Torá, el Talmud, el Bhagavad Gita, etc.
Me interesa saber si te permites ser tocada/o en el corazón, sin ningún peso del conocimiento que cargas, y el cómo tratas a tu pareja, a tus hijos, tus padres, a los animales y a tu preciado cuerpo.
No me interesan tus sermones de la ilusión del yo separado, de cuántos namaste, oraciones o saludos envías a los demás y al planeta.
Me interesa cuánto de lo divino reconoces en ti, y sentir el calor genuino que irradie tu corazón cuando estás cerca. Me interesa cuánto de lo divino vez en aquel ser humano pobre, desolado y miserable. Y darme cuenta si eres generoso cuando escuchas, y el cómo te abres a la información que no se ajusta a tu filosofía personal.
No me interesa cuanto conocimiento has acumulado, con quién te relacionas, ni cuánto posees, ni cuantos títulos tienes, tampoco que me digas cuán despierto estás, si eres mago, sacerdotisa, pastor, maestro, gurú, sacerdote, aprendiz, si eres médium, si tocas el tambor, los cuencos de cuarzo, si has compartido con grandes maestros, brujos o chamanes, mejor háblame de lo libre que estás del ego.
Me interesa el conocimiento que tienes sobre ti misma/o, el que puedas conocerte por debajo de las palabras que usas, y si conoces tus misterios, tus anhelos, tus temores, tus sueños. Saber cómo reaccionas cuando estás en problemas, o si puedes sentir tu dolor plenamente sin pretender ser vulnerable, y si conoces tus sombras.
No me interesa si subiste a la montaña y obtuviste la visión que te ilumino, ni tu dieta vegetariana, o si eres carnívoro, o lo que te metes en la boca creyendo que eso te hace mejor que otros, o si tomas medicina o no.
Me interesa saber si eres capaz de aceptar lo que el otro come, o lo que le hace falta comer. Si puedes sentir tu ira sin el peso de la violencia, si puedes sentir vergüenza sin humillar a los demás, si puedes arruinarlo todo y decir lo siento desde tú corazón, o si eres capaz de ver todo lo contrario de lo que vives y, aun así, respetar.
No me interesa cuánto de trascendencia has alcanzado, o si eres un ser fuera de este mundo. Como tampoco es de mi incumbencia si has viajado a lugares sagrados. Tampoco me importa si no has hecho nada de esto.
A mí lo único que me importa es: saber quién eres detrás de todo eso que haces, si puedes ser humana/o en tu gloriosa divinidad. Si todo lo que conoces, sabes o has hecho, te ha servido para transformarte en tu mejor versión y si la pones al servicio de los demás. Si puedes caminar entre seres humanos y ver que tú eres una/un ser humano más, y honrar y respetar tu propia humanidad con todo y la decadencia que existe en la misma.
Solo me interesa conocer tu misterioso corazón, al hermoso humano que anhela contactar con su luz interna, antes que al iluminado. El resto es ilusión.
Carolina Alcázar