El origen del dolor por el cual es necesario hacer proceso de duelo puede ser muy diverso, entre las más comunes encontramos: rupturas de pareja, pérdida del empleo, cambio de país o domicilio, cambios de estatus socioeconómico, diagnóstico o procesos de enfermedad, jubilación, muerte de la mascota, etc. Este proceso emocional puede ser sentido o llevado de manera diferente entre una persona y otra, y aunque cada proceso es individual, siempre será necesario que hagamos el proceso de cada etapa para poder continuar con nuestra vida.
El dolor que produce una pérdida, no desaparecerá solito ni con el tiempo. En mi opinión, ni el tiempo, ni la indiferencia, ni la distancia sanan nada, lo único que sana el dolor es el amor y nuestro deseo de poder adaptarnos a la vida que se presenta ante nosotros después de la pérdida. Por eso quiero aprovechar esta nota para que juntos recordemos que el dolor aparece cuando nos aferramos a las experiencias como un todo, ya sean agradables o desagradables. Lo placentero no queremos que termine y, extrañamente, lo doloroso lo alimentamos porque encontramos ciertos beneficios al sentirnos de alguna forma víctimas de las circunstancias. Mediante el victimismo evitamos tomar decisiones, esperando a que otros resuelvan nuestros problemas; recibimos más atención de quienes están en nuestro entorno en forma de preocupación; conseguimos cosas sin poner esfuerzo de nuestra parte, y nos sentimos cuidadas y apoyadas.
Vale la pena aclarar que cuando escuchamos la palabra duelo no debemos asociarla inmediatamente a la muerte o pérdida de un ser querido, porque también aplica a pérdidas en las que tenemos que hacer un proceso de adaptación emocional, cognitivo y conductual para poder procesar nuestro dolor.
El duelo es descrito por los especialistas como un proceso de adaptación emocional ante cualquier cese o pérdida que consideremos significativa. Y aunque es natural sentir dolor ante una pérdida, en general solemos desconocer en qué consiste el duelo, sus etapas, los factores que influyen en el proceso del mismo, y si puede haber o no complicaciones cuando negamos o evadimos el dolor. Procesar cada una de las etapas del duelo es esencial para poder continuar con nuestra vida.
Las etapas transcurren en un período que va desde los 6, 12, 18 y hasta 24 meses. Todo depende de la persona y sus creencias. A continuación, una breve descripción:
Negación: Esta etapa sirve para adaptarnos al shock. Ante el impacto la persona se siente incapaz de procesar la pérdida. Hay desconexión con la realidad. Tiene la sensación de estar en medio de una pesadilla. Y a pesar de ser tan confusa, es muy importante porque sirve para procesar lo sucedido.
Enfado-Ira: En esta etapa estamos conscientes de lo que ha sucedido y cuestionamos a Dios y a la vida, con preguntas tipo: ¿Cómo es posible que haya pasado esto? ¿Por qué a mí? ¿Qué voy a hacer ahora? ¡Esto es injusto! Se tiene fuertes sensaciones de desesperación, de injusticia, de no ser capaz de asumirlo.
Negociación: Seguimos resistiéndonos un poco a la idea de la pérdida, es como si nos aferráramos a la idea de que puede revocarse el hecho. En esta etapa podemos aceptar que nuestra pérdida es real y la aceptamos o nos seguimos resistiendo a la realidad.
Duelo-Depresión: En esta etapa hay mucha tristeza, algunas veces con episodios depresivos, con sensación de culpabilidad, olas de angustia, agresividad y sentimiento de desprotección. Sumida en su dolor, la persona suele sentir desconexión y pérdida de interés para realizar actividades familiares, laborales y sociales, porque se siente invadida profundamente por el dolor.
Aceptación: En esta etapa, aceptamos que lo que sucedió no tiene vuelta atrás, y que hemos de continuar con nuestra vida, eso no significa que no queremos más al que se fue, o que ya no nos importa. Empezamos a incorporar actividades y personas a la vida diaria en ausencia de la persona fallecida. Hay un poco más de alegría.
FACTORES QUE INFLUYEN EN EL PROCESO DEL DUELO
- El tipo de vínculo: pareja, hijo, papás, amistad. Lo cercano de la relación y el afecto.
- Hubo o no preparación del duelo: Enfermedades largas. Relaciones tóxicas.
- El entorno y apoyo de otros miembros de la familia y amistades para no sentirse sola.
- Creencias religiosas sobre la muerte, y los factores culturales de los rituales de duelo. Creer en el más allá y el reencuentro con los seres queridos.
¿Qué es la muerte para los taoístas? La muerte según el Tao es un fenómeno absolutamente normal, se le concede el grado de transformación y de retorno a la unidad, al orden natural que existía antes de habitar en este cuerpo. Si se observa la muerte como una transformación, como una vuelta a la esencia.
¿Qué significa la muerte para los asiáticos? Para un chino la muerte no es el punto final, sino que ésta da paso a otra existencia. Tienen muy claras las diferencias entre espíritu y alma. El espíritu, pertenece a los vivos. En cambio, cuando una persona muere desaparece su espíritu y da lugar a su alma.
En el pensamiento religioso del hinduismo, la muerte consiste en la unión del alma individual con el alma Universal, por lo que se cree que al morir se pasa no a otra vida como la que conocemos en la Tierra, sino a otra forma de existencia, que es esencialmente espiritual.
Los católicos y Los cristianos: Se fían de Jesús que dio su vida por nosotros para que nosotros tengamos vida eterna. Creen que Jesús resucitó y también nosotros resucitaremos con Él. Creen que tenemos un alma inmortal creada por Dios que no muere con la muerte, sino que pervive en una vida eterna.
COMPLICACIONES
Duelo Bloqueado: Se considera un duelo bloqueado cuando pasado el año del suceso, la persona sigue emocionándose más de lo normal al evocar a la persona, relación o el objeto del duelo. Este bloqueo es una especie de mecanismo de defensa que se pone en marcha automáticamente cuando nuestra mente quiere mantener alejadas aquellas ideas o sentimientos que pueden perturbarnos.
Duelo complicado: Cuando se tienen conductas para mitigar el dolor de la perdida, consumo de drogas o alcohol.
Duelo Patológico: Cuando ya pasaron seis meses o más y los mecanismos de defensas naturales para superar la pérdida parecen fallar, podemos encontrarnos ante un duelo patológico. Este estado emocional, la persona no ha podido continuar con su vida, ni se ha podido hacer cargo de sus responsabilidades ni reintegrarse a la vida social, todo ello puede influir de forma muy intensa en nuestra salud física y mental.
CLAVES PARA ELABORAR UN DUELO.
- Entender la pérdida y muerte como un elemento natural.
- No rehuir el tema ni evitarlo.
- Aprovechar la pérdida de objetos o cosas materiales para familiarizarnos con la pérdida y aprender a afrontarlo.
- Desarrollar vínculos fuertes con la vida.
- Aceptar que el cambio es parte de la vida.
- Evitar ver las crisis como problemas insuperables.
ROMPER CON LO ESTABLECIDO PARA APRENDER A CONQUISTARNOS
Es necesario aprender procesos que nos permitan fortalecer nuestras capacidades, nuestra confianza, nuestra visión de la vida y nuestra resiliencia. Ser resiliente no significa no sentir malestar, dolor emocional o dificultad ante las adversidades. La resiliencia es la capacidad que tiene una persona para afrontar y superar circunstancias traumáticas como la muerte, un accidente, el abandono, el rechazo de un ser querido o la pérdida de algo que consideraba valioso.
La vida está compuesta por ciclos y al transitarlos, vamos a pasar por algunas situaciones inesperadas que nos harán sentir felices y dichosas, y otras en las que nos sentiremos invadidas por la tristeza, el miedo, la soledad y la desesperanza. Cómo nos relacionemos con la realidad (resistencia o aceptación) potenciará nuestro dolor o nuestra paz.
Poder ver la vida desde la mirada de quienes han descubierto que existen otras maneras de experimentarla facilitan los procesos de duelo o pérdida.
Carl Gustav Jung dijo: Lo que se resiste persiste. Cuando luchamos contra la fuerza del oponente, en este caso la muerte o pérdida, estamos aumentando la tristeza y desesperanza.
Joseph Campbell dijo: Esa cueva que tú temes, en el fondo lo que contiene es el tesoro que buscas. Dice Campbell, que para poder salir hay que entrar. Es decir, que más allá del dolor, más allá de la prueba, más allá del sufrimiento, lo que hay es el crecimiento, la evolución, la transformación. Es decir que, porque la cueva nos da miedo, porque la cueva implica dolor, oscuridad, confusión, si rechazamos entrar en ella, no vamos a poder crecer ni evolucionar. En los momentos de más dificultad, el dolor puede ser una guía muy interesante, si aguantamos sin enfrentarnos, sin resistirnos, y abrazamos la circunstancia, aunque sea dolorosa o difícil, vamos a poder experimentar crecimiento, evolución, iremos poco a poco desplegando nuestro potencial como seres humanos, y esto es clave cuando se está avanzando en el camino hacía la plenitud.
Santiago Ramón y Cajal dijo: Todo ser humano si se lo propone, si está comprometido de verdad, si se deja la piel en el intento, si cada día sale a buscar la oportunidad con la misma ilusión, puede ser escultor de su propio cerebro. Cuando una persona verdaderamente tiene ilusión por conseguir las cosas y salir adelante, se esfuerza una y otra vez a pesar de las dificultades, al hacerlo se forman nuevas conexiones en su cerebro que permiten que este más alerta. Las pruebas o dificultades pueden hacer que nos fragmentemos o que crezcamos a pesar del dolor y la incertidumbre. Esto último es lo que se conoce como crecimiento postraumático.
Albert Einstein dijo: Que la separación entre el mundo interior y el mundo exterior es una ilusión, es decir que lo que está sucediendo dentro de ti, está afectando lo que pasa fuera de ti. Tu estado de ánimo, la ilusión que le pongas a las cosas y la confianza que pongas en juego, tienen la capacidad de mover cosas que aparentemente están fuera de ti, porque tu mundo exterior e interior están conectados a niveles supra sensoriales y nuestros sentidos no son capaces de entender esa conexión.
Hermann Hesse dijo: Para que surja lo posible hay que intentar una y otra vez lo imposible. Nunca sabremos si podemos conseguir algo hasta que no lo intentemos una y otra vez a pesar de que parezca imposible.
Mario Alonso Puig recomienda:
- Evitemos tomar la posición de víctima. La víctima es la que se siente incapaz de hacer nada ante lo que le pasa. Quien se siente incapaz de dar un paso adelante, de tomar una acción, de tomar una decisión, cree que todo depende de las circunstancias.
- Pongamos nuestro foco en lo que queremos, no en evitar lo que no queremos. Es mucho más fácil intentar rechazar eso que no nos gusta que buscar eso que queremos. La diferencia es cuando ponemos el foco en evitar eso que tememos, ese tipo de energía, es una energía que no ayuda, mientras que, si ponemos el foco en lo que queremos, esa energía es la energía de la ilusión, del entusiasmo, de la pasión.
- No utilicemos nuestro poder de visualización para crear escenarios catastróficos.
- Utilicemos un lenguaje que nos ayude, no uno que nos limite… Evitemos el “ES QUE, porque nos limita, y sustituyámoslo por el “HAY QUE” que si nos lleva a muchos sitios. ¿Por qué me pasa esto a mí? No nos lleva a ningún sitio. ¿Para qué me pasa esto a mí? Si nos lleva a algún sitio, a lo mejor suceden las cosas para que crezcamos, evolucionemos y como dijo Joseph Campbell, tengamos que entrar en ese espacio difícil y complejo para que salgamos fortalecidos.
- Abramonos a que lo extraordinario se pueda manifestar en nuestra vida. Ábrete a verlo, a recibirlo, a compartirlo.
- Apoyémonos unos a otros. Hay que dejar de lado la rivalidad y las acciones que dividen, separan y destruyen. Necesitamos mensajes reales, esos donde se dice y se hace lo mismo, demos mensajes que inviten a la unión, a la cooperación y la colaboración.
- Amar lo que es. Aprender a conquistarse es la mayor de las conquistas. Más allá del dolor de la prueba, esta el descubrimiento, el crecimiento interior, la mejora y la evolución personal.
“La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan; si puedes recordarme, siempre estaré contigo.” Isabel Allende
Carolina Alcázar