También esto pasará
La impermanencia de las cosas, una vez que la reconocemos, nos lleva al desapego. No resistirnos, no juzgar y no apegarnos son los tres secretos de la verdadera libertad y de una vida iluminada.
El desapego no implica que no podamos disfrutar de las cosas buenas que el mundo nos ofrece. En realidad, nos ayuda a disfrutarlas todavía más. Una vez que reconocemos que todas las cosas son transitorias y que el cambio es inexorable, podemos disfrutar los placeres del mundo sin temor a la pérdida.
Al desapegarnos podremos disfrutar y honrar las cosas de este mundo sin atribuirles la importancia y el peso que no tienen. Sin apegarnos a los resultados y sin imponer exigencias exageradas al mundo: lléname, hazme feliz, hazme sentir seguro, dime quien soy. El mundo no puede darnos esas cosas, y cuando nos despojamos de esas expectativas desaparece todo el sufrimiento creado por nosotros mismos y podemos disfrutar las cosas, las experiencias y los placeres de los sentidos sin perdernos en ellos, sin apegarnos a ellos, es decir, sin volvernos adictos al mundo.
Cuando utilizamos como guía la frase “también esto pasará” recuperamos la consciencia de nuestra dimensión interior. Otra frase que nos señala la verdad interior es la siguiente “nunca estoy disgustado por la razón que creo”.
Para tomar consciencia de las pequeñas cosas es necesario el silencio interior. Se necesita un estado de alerta muy grande. Todos los grandes maestros nos han sugerido: Mire. Oiga. Esté presente. No es posible despertar la espiritualidad hasta tomar conciencia de las cosas en el momento mismo en que suceden.
La Respiración y el cuerpo interior.
Tome consciencia de su respiración tantas veces como le sea posible al día, hágalo cada vez que recuerde hacerlo. Hágalo durante un año y será un medio de transformación mucho más poderoso que asistir a cualquier taller o curso. Al tomar consciencia de la respiración apartamos nuestra atención de los pensamientos y creamos espacio.
Una respiración consciente varias veces al día basta para abrir algo de espacio en medio del tren interminable de pensamientos. Respirar no es algo que hagamos, sino algo que presenciamos mientras sucede. La respiración sucede espontáneamente. La inteligencia de nuestro cuerpo se encarga de ella.
El siguiente es un ejercicio para percibir la sutil corriente de vida que invade todo nuestro cuerpo interior. Respire dos o tres veces con plena consciencia. Deténgase brevemente en partes específicas de su cuerpo. Siente las manos, después los brazos, las piernas, los pies. ¿Siente el abdomen, el pecho, el cuerpo, la cabeza? ¿Y los labios? ¿Hay vida en ellos? Después tome conciencia nuevamente del cuerpo interior en su totalidad. Al principio puede hacerlo con los ojos cerrados, y una vez que aprenda a sentir el cuerpo, abra los ojos, mire a su alrededor y continúe sintiendo el cuerpo simultáneamente.
El hecho de no poder reconocer nuestra esencia y sentir la vida que anima el cuerpo físico, es la mayor privación que nos puede suceder. Al no sentirlo comenzamos a buscar sustitutos para sofocar la inquietud continua que nos atrapa cuando no estamos en contacto con la corriente vivificante siempre presente pero ignorada.
Mi intención para hoy:
Hacerme consciente de mi respiración tantas veces como pueda durante el día. Respirar no es algo que hago, sino algo que puedo presenciar mientras sucede.
Carolina Alcázar