En la sociedad actual, el estrés se ha convertido en un problema común que afecta a personas de todas las edades. Si bien el estrés puede ser una respuesta normal del cuerpo a ciertas situaciones, el estrés crónico puede tener efectos perjudiciales en la salud física y mental.
En primer lugar, es importante comprender que no todo el estrés es malo. De hecho, un cierto nivel de estrés puede ser beneficioso para nuestra salud. El estrés agudo, o el estrés a corto plazo, puede ayudarnos a estar más alerta y a responder mejor a situaciones de emergencia. Sin embargo, cuando el estrés se prolonga en el tiempo, puede tener efectos negativos en nuestra salud.
Uno de los efectos más importantes del estrés crónico es la producción de cortisol, una hormona que se libera como respuesta al estrés. Cuando el cuerpo produce cortisol de manera prolongada, puede tener efectos devastadores en diferentes sistemas del cuerpo. El cortisol puede afectar el sistema cardiovascular, el sistema inmunológico y el sistema digestivo, entre otros.
En el sistema cardiovascular, el cortisol puede aumentar la presión arterial y el ritmo cardíaco, lo que puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. Además, el cortisol puede afectar el sistema inmunológico, disminuyendo la capacidad del cuerpo para combatir infecciones y enfermedades.
En el sistema digestivo, el cortisol puede causar problemas como dolor de estómago, diarrea y estreñimiento. Además, el estrés crónico puede contribuir al desarrollo de enfermedades como la enfermedad de Crohn y el síndrome del intestino irritable.
Además de estos efectos físicos, el estrés crónico también puede tener efectos negativos en la salud mental. El estrés crónico se ha relacionado con un mayor riesgo de depresión, ansiedad y trastornos del sueño. Además, el estrés crónico puede afectar la capacidad de una persona para concentrarse y tomar decisiones.
Una forma de hacerlo es prestando atención a nuestras propias necesidades y dándonos tiempo para hacer cosas que disfrutamos. Otra forma es haciendo ejercicio regularmente. El ejercicio puede ayudar a reducir la producción de cortisol y a mejorar el estado de ánimo. Otro beneficio de hacer ejercicio, es ayudar a mejorar la calidad del sueño, lo que a su vez puede reducir los efectos negativos del estrés.
Las técnicas de relajación, meditación o respiración profunda, son también conocidas como algo que favorece el manejo del estrés. Ayudan también a reducir la producción de cortisol y a mejorar la capacidad de una persona para manejar el estrés.
Asegúrate de dormir lo suficiente y de tener una dieta saludable y equilibrada. El sueño es esencial para la salud física y mental, y la falta de sueño puede aumentar el riesgo de enfermedades y agravar los efectos del estrés. Por otro lado, una dieta saludable y equilibrada puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y a reducir la producción de cortisol.
Además, es importante identificar las fuentes de estrés en nuestras vidas y tratar de evitarlas o manejarlas de manera más efectiva. Esto puede incluir cosas como establecer límites en el trabajo o en las relaciones personales, delegar tareas y responsabilidades, aprender a decir «no» cuando sea necesario, y hacer más de aquellas cosas que disfrutas profundamente que te dan paz y bienestar.
Cuidar de nuestra salud mental, puede incluir buscar ayuda profesional de ser necesario, practicar la autocompasión y el autocuidado, mantener relaciones saludables y positivas con las personas que nos rodean tienen un alto poder curativo.
En conclusión, el estrés crónico puede tener efectos negativos en nuestra salud física y mental. Por ello es importante encontrar maneras que a ti te funcionen para reducirlo y así cuidar de tu salud, que es al final, únicamente responsabilidad tuya.
Carolina Alcázar.