¿Cuántas veces habremos escuchado esa frase? Miles probablemente, pero ¿la comprendemos realmente? En lo personal, para empezar a comprenderlo, me fue útil aprender sobre las Leyes Universales, hoy te comparto lo que aprendí al respecto que está relacionado con la Ley de Correspondencia.
Mi mayor aprendizaje, es que lo que sea que hagamos, lo llevemos a cabo, enfocados en los procesos que experimentemos y soltemos el resultado, que ya el Universo trabaja siempre en nuestro favor. Cuando queremos controlar el resultado, nos agotamos por gusto hasta comprender que las cosas no son como nosotros queremos que sean. Son como necesitamos que sean para nuestro despertar y evolución espiritual.
Acciones propuestas a tomar:
1- Abandonar el paradigma de la víctima para sustituirlo por el paradigma de la responsabilidad. Ya no podemos ser victimas cuando comprendemos que todo lo que ocurre es para el bien de nuestra alma. Es en los momentos de dificultad en donde nuestra alma puede aprender a subir el nivel de consciencia.
2- La auto responsabilidad, es saber que nosotros somos responsables de absolutamente todo lo que nos ocurre, y nunca somos víctimas de absolutamente nada. Por lo tanto, no nos puede pasar nada con lo que no seamos correspondientes. La Ley de correspondencia nos dice en sus postulados: -Toda situación es un aprendizaje. -Toda circunstancia es generada por uno mismo. -No hay ningún evento que no corresponda a quien lo vive. -Las personas estamos ubicadas en el lugar que exactamente nos corresponde. -Venimos a la vida con lo necesario para vivirla. -Solo sucede lo que tiene que suceder. -Solo damos o tenemos lo necesario. Cuando violamos esta Ley, tenemos bloqueos, insatisfacción, incapacidad de asumir la propia vida, miedos, angustias, frustraciones constantes.
3- Cuando algo que te sucede no te gusta, hazte la siguiente pregunta: ¿Qué tengo todavía dentro de mí sin resolver, que me ha hecho correspondiente a esto que sucedió para que yo aprenda algo? Puedes aprender a perdonar, a comprender, a tener paciencia, a tener paz, etc. Si pensamos que somos víctimas perdemos nuestro poder, culpamos a todo lo externo por cómo nos sentimos porque le estamos entregando nuestro poder. Nada ni nadie tiene la capacidad de hacernos sentir infelices, nosotros les damos nuestro poder.
4- Aumentar nuestro servicio al prójimo. El servicio es lo único que da el ciento por uno. Esto quiere decir que, por cada hora de servicio, nos quitan cien horas de sufrimiento. El sufrimiento es el precio que pagamos por el crecimiento, porque el sufrimiento es la resistencia mental que tenemos a lo que ocurre. Si no es dolor físico, que es otra cosa, el sufrimiento suele ser mental, y es causado por nuestra resistencia mental a lo que ocurre que no nos gusta.
Recuerda, se te dará todo aquello que corresponde que vivas, de lo contrario no sucederá.
Carolina Alcázar