En el pasado, solía creer que porque decía: Me llamo Carolina, soy mujer, guatemalteca, comunicadora, tengo 64 años, estoy casada, tengo cinco hijos, once nietos, etc. me estaba definiendo pero no es así, todos estos datos son solo información básica de los roles que represento, pero no necesariamente muestran quién soy, ni cuál es mi origen o cuál es mi propósito de vida.
Como te mencioné en el blog anterior a este: Renunciar para aprender a fluir en la vida, no fue sino hasta que empecé a atreverme a cuestionar mis pensamientos, creencias, sentimientos y emociones, que he podido y me he permitido conocerme un poco más.
Tuve que hacerme una serie de preguntas que a lo mejor puede sonarte alguna de ellas demasiado simple o sencilla pero no lo son cuando te atreves a dejar de mentirte en las respuestas y asumir los resultados de haberte negado a enfrentarlas durante años. Todas tus respuestas son información que revela lo que estás realmente pensando y sintiendo.
Estas son algunas de ellas: ¿Qué me gusta de mi forma de ser, de vestirme, de relacionarme conmigo, con otros o de comer? ¿Qué rechazo y por qué? ¿A qué le tengo miedo? ¿En qué creo? ¿Me siento o no sostenida por un poder superior? ¿hay algo de lo que me avergüence? Y si lo hay ¿por qué? ¿todavía hay cosas que no acepto de mí? ¿por qué puedo ser tan grosera con algunas personas? ¿qué me detonan o a qué persona me conectan o recuerdan? ¿por qué a veces sigo siendo dura conmigo cuando me equivoco, tengo miedo o estoy triste?
Estoy aprendiendo a salir de mi zona de confort, y a poner límites. Ambos aspectos me hacen sentir incómoda, muchas veces siento ansiedad y miedo a no poder hacerlo, pero a pesar de la incomodidad avanzo, sigo adelante. De esa cuenta y siguiendo un deseo antiguo de mi corazón, aprender a cantar, me inscribí en una academia. Todo ha ido muy bien, me he sorprendido agradablemente de los registros que puedo alcanzar con mi voz, algunos ni siquiera podía imaginarme capaz de hacerlo. Todo iba bien, hasta que me dijeron que el 4 de noviembre todos los alumnos tendremos una presentación en vivo, con la noticia sentí que mi corazón se paralizaba. Entonces volví a recurrir a las preguntas para desmantelar las mentiras que por años me he dicho y he creído. ¿Qué es lo peor que puede pasarte en el escenario Carolina? R// Hacer el ridículo. ¿Qué es lo peor de hacer el ridículo? R// Que me juzguen, se burlen o se rían de mí. Ante esa respuesta es inevitable plantearme una pregunta que esté vinculada con mi historia de vida ¿Quiénes se burlaban de ti cuando eras pequeña? R// Mis hermanos hombres mayores. Eureka. En el presente eso no es más una realidad. Mis hermanos mayores me respetan, me aman y constantemente me dan muestras de su apoyo y amor incondicional. Con esta nueva información me fue fácil elegir cuál será la canción que interpretaré ese día.
Deseo con todo mi corazón que esta propuesta te sea de utilidad para que puedas tú también desmantelar las mentiras que te has contado desde niña y aún siguen limitándote.
Carolina Alcázar
