Carl Jung decía: “Nada resulta tan aterrador como empezar a aceptarnos tal y como somos”. Cuando hemos podido verificar cómo funcionan nuestros mecanismos de defensa sabemos que esa frase es verídica. En la contraportada del libro De regreso a Casa, comenté: Solo amando la totalidad de lo que somos, seremos plenos y podremos dar lo mejor a los demás. No podremos dar aquello que no somos.
Los expertos en el tema aseguran que la relación que tienes contigo debería ser ese refugio seguro al que puedes acudir cuando necesites revisar o fortalecer tu autoestima. Que eres tú misma quien debe recordarse que mereces lo que sueñas. Tu interior también ha de ser ese espacio de calma donde tus pensamientos sean aliados y no tus enemigos.
El autoconocimiento, la auto aceptación, la auto validación y el autocuidado son los pilares en donde se sostiene tu capacidad de acudir a ti misma para no huir queriendo evadir lo que estás sintiendo y dar así cabida también a tus dudas, tus miedos, tus enojos, tus tristezas, tus resentimientos, tus vacíos o inseguridades. Cuando dejas de juzgarte puedes corregir el pensamiento erróneo, perdonarte y/o pedir perdón para volver a elegir desde un espacio más amoroso para ti y para los demás.
El apego seguro está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. De acuerdo con Bowlby, este tipo de apego depende en gran medida de la constancia del cuidador en proporcionar cuidados y seguridad.
El apego seguro se desarrolla durante nuestra infancia, está caracterizado por la incondicionalidad, donde no tienes que hacer nada extraordinario para merecerlo, tienes derecho a él por el simple hecho de existir. El niño o niña que saben que su cuidador no va a fallar se siente querido, aceptado y valorado. Depende en gran medida de la constancia del cuidador en proporcionar cuidados y seguridad. Si crecimos sin constancia de cuidados desarrollamos apego inseguro o ambivalente. Cuando crecimos con apego inseguro en nuestra vida como adultos nos centramos en buscar seguridad externa y se nos olvida que nosotros mismos somos ese lugar seguro. Cuando nos habitamos sabemos lo bien que se siente calmarnos, hablarnos bonito, tenernos paciencia, dejar de juzgarnos, acciones que nos permiten ver nuestros avances.
El viaje de validación absoluta de tu ser lleva un proceso y un tiempo, el cual depende de cada individuo. No existen recetas únicas, ni caminos fáciles o difíciles, lo que te invito es a que sustituyas en tu vocabulario la palabra difícil por la palabra posible. Porque si, si es posible. Existen tantas formas de lograrlo como individuos en la faz de la Tierra. Encuentra la tuya. Esa será la correcta.
Si crees que no puedes solo, busca ayuda terapéutica, que te ayude a reconocer que ese lugar seguro que tanto buscas eres tú.
Carolina Alcázar
