La opinión de un individuo es la manera que tiene de pensar sobre un tema, persona o incidente. Dicho de otra forma, es el juicio que formamos a través de la percepción por medio de nuestros sentidos: lo que vimos hacer o escuchamos decir a otros durante nuestra niñez.
Cambiar de opinión implica cuestionar creencias. Esto no quiere decir que hayas estado equivocado hasta este momento, sino que quizá esas creencias antes no te limitaban, no eras del todo consciente, no las habías identificado o te han servido para funcionar.
¿Por qué es saludable cambiar de opinión?
Porque nos ayuda a evolucionar. En el cambio de opinión juega un papel importante la duda. No la duda insegura y limitante, sino aquella que en virtud de tu conocimiento, información adquirida y valoración de los hechos que te hace replantearte alternativas.
No quiero pasar por alto la aportación de la opinión de los demás, ya que puede ser también una valiosa información, que nos ayude a tomar una decisión en un momento determinado, considerando que ello nos permite comprender mejor nuestro entorno y adaptarnos mejor a él, sin caer en el exceso de evaluar nuestros logros en función del reconocimiento externo y del temor al rechazo.
¿Qué causa el miedo al cambio?
La incertidumbre sobre lo que pueda ocurrir nos produce tanto miedo que puede llevarnos a no actuar, inclusive a paralizarnos en algunas ocasiones y en otras actuar impulsivamente (llevándonos a no conseguir los cambios deseados para sentirnos bien emocionalmente).
¿Podemos ayudar a alguien a cambiar?
No de manera directa, ya que el cambio es una decisión personal, pero podemos enseñarles a confiar en su poder personal y tratarles como si ya fueran lo que pueden llega a ser, tomando siempre en cuenta que cada persona va a su propio paso y por el camino que elige hacerlo.
“Cuando cambias la forma en que ves las cosas, las cosas que ves cambian”. Wayne Dyer
Carolina Alcázar