Analizando sobre la necesidad que tenemos como humanos de tomarnos un respiro que nos permita poner claridad en aquellos aspectos de nuestra vida que por parecer confusos o contradictorios nos llevan muchas veces a padecer o vivir conflictos internos que nos hacen sentir desorientación, angustia y ansiedad. He aprendido que cuando necesitamos realizar cambios, la mejor forma de hacerlo es tomando consciencia del efecto que la acción evaluada tiene en nuestra vida. Al reflexionar podemos confirmar sí eso sobre lo que estamos analizando es algo que está a favor o en contra nuestra, si lo que estamos haciendo es algo que debe seguir o si son situaciones que ya no es posible sostener y es necesario ponerles un punto final.
Reflexionar es sin lugar a duda, un ejercicio que vale oro porque nos confronta. Mentirse a sí mismo es una acción que tiene efecto negativo y el resultado no se va a hacer esperar. Lo vas a sentir en forma de malestar en tu cuerpo y tu subconsciente te lo va a recordar en forma de insatisfacción mental. El cuerpo lo hace saber generando tensión, dolor de cabeza, dolor de estómago, dolor de garganta o con erupciones en la piel, por mencionar algunos malestares. Tu subconsciente por su parte lo hace a través de sentimientos de tristeza, enojo, soledad, angustia, culpa, vergüenza, miedo.
TESTIMONIO: Al estar produciendo esta reflexión para ti, me tomé unos minutos para buscar en mi interior la verdad o la causa real del por qué, postergo escribir los blogs y las guías para grabar los audios de Telegram, hasta el momento en que Judith me dice: Carolina, necesito nuevo material. ¿Sabes cómo postergo? Distrayéndome con otras acciones o situaciones de menor relevancia. Música de suspenso.
Las mentiras a las que más recurro son: “ahí lo hago en un rato, acabo de mandarle material para varias semanas, no urge producir más, igual lo tengo que hacer, lo hago la próxima semana”. Todas esas excusas que me doy se derivan de mi costumbre de procrastinar o retrasar las tareas que debo atender sustituyéndolas por otras más irrelevantes o agradables. Hoy, por ejemplo, sabiendo que ofrecí entregarle a Judith varios audios y blogs, antes de sentarme a escribir me puse a regar el jardín.
Buscando en mí corazón la respuesta encontré que la excusa que me doy es: Regar el jardín es algo que disfruto mucho, me relaja, me encanta ver como la tierra absorbe el agua y las plantas se limpian y se ponen erguidas. Y es verdad, me gusta mucho todo eso, pero siendo honesta contigo y conmigo, regar el jardín es algo que puedo hacer en cualquier otro momento. ¿Sabes qué verdad descubrí detrás de mis excusas al procrastinar? Eres adicta a la premura del tiempo. Para quedar más clara con esa frase que surgió espontáneamente en mí corazón, busqué en Google el significado de lo qué significa la premura del tiempo. Esto encontré: “Premura es un concepto que proviene de la lengua italiana y que se refiere a la rapidez, prontitud, apremio o apresuramiento. Algo que debe realizarse con premura, por lo tanto, tiene que concretarse sin perder tiempo”.
¡BOOM! Eureka. El hallazgo ¡Me voló el cerebro! Mi piel se erizó y mi corazón latió aceleradamente confirmando la verdad de la que me estaba haciendo consciente. Soy adicta a hacerlo todo de prisa.
La adrenalina de la prisa me ha llevado a la práctica de la impuntualidad, me ha conectado con la impaciencia y la intolerancia, por mencionar algunos defectos de carácter que he podido reconocer que tengo y en los que he puesto el corazón para poder corregirlos, pero de ello te platicaré con más detalle en alguno o varios de los episodios de A solas con Carolina.
Y tú ya sabes ¿Cuál es la mentira a la que más recurres?
Carolina Alcázar